La Teoría de la góndola


Mi bisabuela Cándida solía decir que si una heladería artesanal preparara excelentes helados de dulce de leche y de chocolate, la gente no pediría sabores extraños, como por ejemplo crema de papaya y arroz con leche, o cosas así ¿Tendría razón?
Lo cierto es que ella pertenecía a una época en la que los teléfonos servían sólo para hablar y no salían de las casas, había una sola clase de pan dulce, las cámaras simplemente sacaban fotos, la gente tomaba agua de la canilla, los relojes se fabricaban apenas para dar la hora, y las chicas eran supuestamente vírgenes... o de las otras.

Hoy la televisión satelital ofrece doscientos canales (aunque después de recorrerlos terminemos viendo el programa de siempre), las gaseosas vienen, paradójicamente, sin gas, o levemente gasificadas, o tipo Light y a la vez en otra opción con azúcar cero (?). Hay almohadas que pueden abrazar, alimentos para perros que espantan a las pulgas, y las variedades de shampoo parecen pensadas por un verdulero, porque uno puede elegir las fórmulas con kiwi, melón, manzana, limón, avellanas y guaraná. Y me quedé corto. Pero la gente no desea un taladro rosa portátil con una mecha medio milímetro más grande que no haga ruido, lo que necesita es el agujero.

¿Para qué entonces tanto mareo? La multiplicidad de innovaciones apenas diferentes es una táctica del marketing, que vive generando necesidades en lugar de satisfacciones. Porque en el fondo no busca mejorar lo inventado si no vender más, mientras que el público no compra productos, si no que inconscientemente contrata soluciones. El mercadeo no se adelanta al futuro, intenta crearlo como táctica de negocio, y nos contagia caprichos imaginarios que pueden ser saciados por un objeto que promete eliminar toda frustración.

Y esta teoría de la góndola, en la que puedo encontrar todas las diversidades, nos ha contagiado la mirada y la aplicamos en otras instancias de la vida. Por ejemplo en la búsqueda de pareja. Muchas personas perciben a la sociedad como un gran supermercado, en el que la oferta de posible pareja (temporaria) es amplísima en disparidad. La teoría de la góndola nos hace dudar, a los Romeos y Julietas modelo 2008, de comprometernos definitivamente porque sabemos que en la calle están sueltas y disponibles infinidad de versiones de Adán, Otelo, Flash Gordón y la Mujer maravilla, las que sería interesante y "fácil" probar mañana.

En síntesis, reflexionamos: para qué conformarse con una media naranja cuando el mundo afectivo está en liquidación, y los corazones se prestan pero no se entregan.

Pero...... al tiempo llega el día en el que descubrimos que en el reino de la cantidad no siempre abunda la calidad, y siguiendo el concepto heladero de Cándida, cuando aparece un hombre o una mujer de verdad, un ser que percibimos irrepetible, ¿Porque dejarlo pasar para probar otros gustos que sabemos, siempre, nos van a dejar con las ganas?



Extraído de:
(Revista " Todas las voces ", Luís Buero)




Escrito por: Maggie =)

Comentarios

Entradas populares